El primer día, al llegar hacia el mediodía, recibimos algunas instrucciones e instrucciones. Sin embargo, nadie pudo relajarse ante la inminencia del segundo día, en el que nos esperaban dos exámenes: comenzamos con un examen tipo test justo después del desayuno y tuvimos que demostrar nuestra valía en un examen práctico de varias horas de duración por la tarde, en el que se pusieron a prueba nuestros conocimientos sobre yodometría, cinética de reacciones y separación de sustancias. El tercer día se dedicó a un amplio programa de apoyo, en el que la excursión al Leunawerke fue uno de los momentos culminantes de la competición. Al día siguiente tuvo lugar el examen teórico de cuatro horas, en el que se pusieron a prueba nuestros conocimientos de casi todas las áreas de la química en tareas que habrían supuesto un obstáculo considerable incluso para los estudiantes de química. El último día asistimos a una conferencia muy interesante sobre el uso de la inteligencia artificial en la investigación de fármacos, tras la cual tuvo lugar la ceremonia de entrega de premios. Los ganadores finales no fueron ninguna sorpresa, yo mismo quedé en 14ª posición de 18 estudiantes, un resultado satisfactorio a mis ojos. En general, la competición fue muy agotadora, ya que apenas hubo tiempo para prepararse y descansar, además de los exámenes y el programa de apoyo, por lo que el sueño también escaseó. Sin embargo, la experiencia y la oportunidad de establecer contactos con otras personas interesadas en la química justificaron todo esto, por lo que puedo recomendar a todo el mundo la participación en la Olimpiada. Al mismo tiempo, también te clasificas para la segunda ronda de la Olimpiada Internacional de Química, que aún no se ha celebrado.
Max Bauer - Clase 11IGR
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Escuela Internacional de Gramática de Reinsdorf
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